domingo, 24 de octubre de 2010

Vida


Tan repetitiva esta situación de los últimos años
y yo sigo sin entender nada
no le temo al papel, no hoy...

Quiero escribir sobre mis antiguas gestas sobre salamandras endemoniadas que cruzaban el cielo en trenzas de doncella infernal, quiero contar que viajaba

en la fausta carroza de emperador oriental una sobre otra, la carroza sobre la salamandra, la salamandra sobre el viento, el viento sobre mi mente insana, todo ello al interior de una flor desconocida, carmín, con una lánguida hilacha de oro que escapaba del centro casi escondida por los pliegues a los bordes, ahí entraba sin saber por que, pero el por que hacía mucho había dejado de importar, ahí me dirigía, ahí penetraba pensando en un tablero de damas y lamentándome por no poder memorizar sus jugadas tan mecánicas, blancas o negras, las blancas empiezan primera y como al contrario de la vida, a mí me gusta empezar, empiezo de una forma agresiva tratando de abrirme espacio entre las líneas de mi oponente que se defiende hábilmente mientras yo tarareo torpemente una canción de soda qué no ha salido de mi cabeza por muchos días, pero eso no impide la carnicería que encabezo, mis fichas se mueven despiadadamente despojando de sus sitios a mis oponentes, me emociono y abro mucho los ojos, a lo mejor este sea mi verdadera forma, a lo mejor este juego sea mi yo reprimido, una ficha más en un tablero ansioso de salir a matar al lugar de preguntarse cuantas patologías posee, pero no, el juego continua contra el oponente que soy siempre yo, y sigo penetrando en la flor qué no he perdido de vista, en los adentros el ambiente se torna cálido quizá sea por la carroza que posee todas sus comodidades, aunque este cálido afuera llueve, y a pesar de estar dentro de una flor, en el cielo carmín veo pájaros cantando gemidos, llorando la lluvia que merodea mi carruaje, las salamandras aun revolotean juguetonas impávidas, al regresar la cabeza veo el terciopelo de los asientos tan tentativos, suaves y placenteros, como la abertura de una herida, así es rojo y de deleite inexplicable, deseo caer dentro, deseo hundirme en la herida y viajar por una vena recorrer mi templo o mi muladar que se yo, ahora soy un glóbulo, un triste glóbulo rojo errante, perplejo porque ha descubierto con lo del glóbulo no era más que otra invención, que el burdo cojín no era una herida donde penetrar, tan solo eso, un cojín donde arrojar la aberrante cabeza por unos minutos, la aberrante masa encefálica que tantos problemas ha traído a nuestra desgraciada especie, y quien diga lo contrario que se vaya al carajo, si las salamandras tienen inmensos ojos rojos y figuras dantescas que se retuercen en el placer perpetuo por se su cuerpo erógeno mas grande que haya podido concebir el dios de una invención miserable, no es cosa de la masa encefálica, es cosa de una atrofiada, ahora quién soy, tan solo otro intento de mi mismo perdido entre tantos caminos tan seguro voy de que estoy perdido que tal vez ya no este perdido, veo arboles óseos de donde caen telarañas de venas azules secas, se balancea un niño de ojos brillosos abrazando un viejo trapo sucio al que le susurra "cata", como un primate a sus crías, con los mismos ojos libres de toda razón lo balancea, ese soy yo, ahora qué el tiempo ha muerto no cabe duda que soy yo, cómo el que está bajo la telaraña, el que fuma desconsolado con todas las sombras, malditas y amadas, ingratas compañeras, no hay placer mas grande que el dolor aceptado, soy uno y somos todos los que sobrevolamos sobre una salamandra cruzando aceros y cementos, no es un cuento, es una mente, es un suspiro tímido, es mi ansia de tener ojos humanos, o dejar de creerme inhumano, o más humano al fin, no se, mi vida es la invención de una excusa de pronto estoy loco, estoy casi desquiciado con los ojos perdidos en el vacío de la carroza viendo por la pequeña ventanilla, coitos y orgias de todas las especies, animales, humanos, todos sobre una gran cama, gimiendo al unisonó, enredados en sabanas rosas poseídas por la melodías que toca una vieja radio, detrás de mi ventanilla estoy a salvo, a salvo del vulgo al que pertenezco como dijo Borges alguna vez. Que busco y a donde viajo con tan poco ahincó, buscare tal vez otro ciclope disfrazado de doncella, o una Galatea que ignorare, tal busque un par de brazos donde acurrucarme, hacen falta brazos.

para tanta vida.

martes, 5 de octubre de 2010

En la noche infinita


Munch

Lagrimas que danzan en el infinito de mi noche
ojos que no ven más claridad que el vacío que existe.

Descansen, solo descansen...
cuando no se puede estar más flácido.

Intento, entrar a este paraíso de la calma
de aguas café y nubes de humo

Lunas que elegir

Jode la carne
me jode la masa encefálica

Hay letras que vuelan, letras que vomito con margaritas, palabras que sudo en sueños húmedos, palabras que jalo con mi cabello enajenado, palabras que desgarran mi vida con su paso fugaz.

Veo todo
veo caras y cuevas en ellas
veo figuras,! Tantas! que me echo en ellas buscando alguna qué no exista,
soy parte de ellas
porque soy parte de la nada

la nada inexplicable...

Espero en la orilla al barquero qué no llega...
soportando mareas asesinas que salan mi piel,
bebo de sus aguas,
aunque no quiera la garganta se ha cansado solo de la sal mis lagrimas

Tengo, el fuego en los ojos que ningún Prometeo robó
fuego transparente, fuego vidrioso
que no quema lo que mi carne enfría.

Después de todo estoy aquí
Como esa roca
como la otra roca al otro lado de la acera

como el poste de alumbrado publico

estoy y no estoy.