miércoles, 8 de diciembre de 2010

Ferdinand y Federico

Ferdinand, Federico, Federico, Ferdinand, Ferdinand, Federico, los nombres perpetuos, Ferdinand y Federico siempre ellos, Ferdinand jugaba con sus piernas suspendiéndolas del suelo, las miraba fijas, o parece que eso mira, Federico, también mira las piernas de ferdinand, el si ve las piernas, no desprende la mirada que recorre el pantalón de vestir tan bien planchado de Ferdinand, oh Ferdinand, solo escribía, era extraño que tuviese los pantalones arreglados, ay Ferdinand, cuando aprendería. Sus pupilas continuaban la peregrinación por las piernas de Ferdinand, se preguntaba si quizá Ferdinand viera el mismo punto al que el apuntaba, si seguía su mirada, ferdinand cambio de dirección sus ojos bruscamente, se dirigieron al rincón menos alumbrado de la sala de espera, que vería Ferdinand en ese rincón en la penumbra? Porque había decidido poner los ojos ahí?, sea lo que sea, lo miraba atento, no había parado el movimiento con sus piernas pero se había inclinado ligeramente adelante para examinar el rincón meticulosamente, Federico aun tenia la vista puesta en las piernas de ferdinand, aunque… tenía la necesidad imperiosa de seguir los ojos de ferdinand a donde fuesen, quería apuntar el también a aquel rincón, buscar lo que él buscaba (si es que buscaba algo), aborreció la idea de su mente, la exilio en un suspiró y no cedió a la tentación de cambiar la dirección, ¿porque sentía esa necesidad?¿ Que tenia ferdinand? Un anacoreta impredecible que escribía poemas, que cuando se le daba la gana enseñaba, cuando se le apetecía, pertenecía al resto, escuchaba y trataba de opinar sobre los temas de los demás, con una sonrisa que ni el mismo creería tener, eso era a veces, inusuales veces, lo había observado mucho, no paraba de estudiar a ferdinand, se alejaba, buscaba el sitio adecuado para sentarse y leer un libro, o simplemente tenia esa maldita mirada al vacío, como la que tenía hoy, pero no cedería, su mirada se quedaría en sus piernas, no se movería, Federico era seguro de si mismo, no era un borreguito, no, el no seguía, el hacia lo que él quería, pero ahora quería seguir aquella mirada, entraría a caso en una contradicción consigo mismo?,
-Que estas mirando Ferdinand?
-Nada en especial, Federico…
Aquellas palabras habían calando en el, tan profundo, que las había hecho artificio de un exhaustivo análisis, el proceso tenía sus partes (aunque no respetaba un orden) “Nada en especial”, a caso subestimaría su capacidad perceptiva? No, desde luego que no era eso, Ferdinand sabía que el era un gran estudiante, sabía que había salido a concursar en diversos concursos de matemáticas, mientras que el era un “sobón” ocasional, quien se creía para subestimarlo, oh Ferdinand, mejor dejarlo que siga viendo al vacio…”nada en especial, Federico…”, lo dijo en un tono mas frio, no como la melodía muerta que aun rebotaba en su conciencia, esa pausa, justo antes de Federico… era la prueba ineludible de que lo subestimaba, lo creería incapaz de ver lo que el veía?, vio por la ventana, la tarde se movía perezosa, a qué hora llegaría Marta con los materiales para el proyecto de Física?, porque Ferdinand seguía mirando al rincón?, porque había detenido el movimiento de sus piernas?, cuánto tiempo había pasado?, no estarían cansadas sus piernas?
.ring ring!!
-alo?
-Marta?
-ah Federico, se me ha hecho tarde, el trafico esta hecho un caos, ha sido un dia difícil, no tengo ganas de nada, podríamos dejar esto para mañana?, ya tengo los materiales.

Cuelga el teléfono, Federico esta refunfuñando, si, Federico esta enojado, su piel albina lo delata, tiene la cabeza como un tomate, un tomate maduro y arrugado.
-Quien era Federico?
-tu abuelita en bicicleta.
Federico se fue a casa y ferdinand siguió mirando aquel rincón, donde una serie de hormigas llevaban los trozos de una mariposa multicolor, lástima que Federico fuese miope.

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