martes, 30 de agosto de 2011

Gatintera prosa


!Oh Señores! !Dios no está convencido de ser Dios! !y se ha
vuelto carpintero! Hay sillas por todos lados quejándose
diciendo ser universales. Carpinteros creando planetas,
están cados en la arquitectura de un árbol y deslumbrados por la
el molde de un gorrión deforme. Desde el inicio, el respaldar
del universo estaba mal hecho, y los clavos han ido cayendo
sobre los hombres y estos gritaban !destino! aferrándose a
cosas de madera. Ah, Gatintera, tú que nunca has sido creada,
tú, verdadera Diosa que disfrazaste el caos de clavel e hiciste
de los mundos globos aerostáticos, en los que viajas desnuda
con risa y gloria de ser corazón que se columpia. Gatintera,
necesito que vengas y me digas: "Guido, eres grande", si, cosas
que nunca dirás, o quizás si, pero seria y disimulada mientras yo te
odio porque sé que mientes. Te necesito más que el universo y su
circulación idiota, te necesito montando una serpiente y
enredándote en mi rostro !YO SOY POETA AMOR MIO! !EL MÁS GRANDE
DE LOS POETAS! y necesito tanto ser poeta, más que albañil o
jardinero, tengo que ser poeta. Ayúdame, ábrete la blusa y
déjame beber tu constelación, y no, no es excusa para jugar con
tus senos, es preciso que nos sentémonos sobre la figura más alta
y nefasta erigida por los hombres, y te haga cosquillas en el
estómago mientras me acaricias el cabello. Gatintera, cuánto
tiempo nos han engañado las tortugas, !cuanto tiempo fingían!
nos dijeron que en nuestras espaldas no había nada, !y me lo
creí! Pero tú no, tu no llevas peso en la espalda y por eso
vuelvas, seguramente tu no lo llevas, y por eso ausente.
Guárdame mujer fulgurante entre tus piernas donde se haya lo
insólito de la existencia. Subamos, al carrusel donde pasean
las nubes en un campo de lunas giratorias y el sol no es más
que un simple guardia de seguridad. !Ah! !maga de los ojos
hermosos! ¿Te acuerdas como hacíamos bailar la risa? ¿Te
acuerdas de la lagrima que nos aseguraba haber hecho el amor
con la luna en un parque de Lima? Eres la Diosa que Dios
siempre negó antes de volverse carpintero, desgraciada Diosa
desgraciada, Sonriente te imagino mientras te hablo. Estás
retozando con tu piel de luna y tu noche roja entre
salamandras. Dime basta, entre gemidos inmaculados. En alguna
profundidad de algún mar, soy un ave dormida a la que alguien le
puso una corona y ahora es el rey de los peces.

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