martes, 8 de febrero de 2011

Tarde de Balón


Van gogh

Suspiros rítmicos golpean su rostro,
y prolongan la estadía donde pensó querer estar,
o lo obligaron las circunstancias...
con los artificios de las extremidades
o con un despertar repentino.

Ella respira en su oído,
sus brazos le abrazan las alas, casi cenizas de ángel en trance;
casi ángel, casi bestia, a veces hombre,
la distracción que bifurca un horizonte
o solo juventud
las ansias buscadas de sentir la vida,
pero es cierto que la vida se siente más en la muerte
el roce placentero de las sombras
entibiando las manos con el crepitar de su llegada
pero el es ingrato, y se deja abrazar por otros brazos,
bañandose del sudor dorado del mundo.

Corre, corre,
la pelota cae en el abismo
te detienes,
siempre te detienes al ver que la pelota abdicó a su destino,
tu mismo destino,
y te vuelves a arrullar con la melodía que te olvida,

olvida las gestas,
olvida, olvida,
olvida el sigilo de los fantasmas,
olvidalos, los murmullos que no se oyen,
la vocecita es un eco perdido, solo eso
tienes que olvidarla, que la roca siente pero envidia tu movimiento,
juega que ahora no hay más explicación al mundo que la consigna del balón,
el hombre que te ve fumando,
no entiende aun de la metáfisica de tus zapatillas.

1 comentario:

  1. Olvidar el sigilo de los fantasmas... sería maravilloso, aunque quizá están ahí sus recuerdos para que no bajemos la guardia...

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