jueves, 29 de julio de 2010

Lagos

Edgar Ende

Cuando son solo rostros desconocidos, los presentes
esos que esquivan miradas
y sus ropas cobijan una luz movediza
yo devuelvo la noche que tome prestada
y no me queda mas remedio que darle un mordisco a alguna manzana bíblica
para completar la pintura metálica que cobija la realidad...
solo quería ser un gota de agua que rompía el polvo
y reventaba el estanque al que no llegó, cuando nació,
eran pequeños lagos de sangres puras,
que poseen mis manos
pero cuando tendrán el resto de mi carne?
llegara a alcanzar el segundo a un día cansado
y llegare yo, moribundo tras es el, con la garganta abierta
y corriendo en fémures
habré visto el comienzo crepuscular
del prototipo de manivela a punto de accionar un sueño al que no le cayó la noche.

1 comentario:

  1. Mi querido,

    veo que los fémures te inquietan mucho, pues bien, a mi también, hay algo en la sola palabra que me estremece. Y eso del "sueño al que no le cayó la noche", debe ser atroz, ya que todos pensamos que solo se puede soñar en la noche, sin embargo, creo que puedo soñar siempre; así a veces vivimos la vida...

    Tenemos que ir a ver libros antes de que regrese a mis obligaciones; perdóname que me ausento tanto; hoy no he parado con Hesse.

    Un beso inmenso (son la 1:58am), sigue escribiendo siempre, veo mucho brillo y talento en tus palabras.

    K-M-

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