martes, 13 de julio de 2010

Penumbra maternal





Pintura de Leonor Fini

Ay ay niño, porque no te dejas acurrucar en el regazo de mi nombre
te he dicho que los colores son tímidos y que ningún dios inverosímil
cambiara eso
así...
duerme tranquilo, no trates de ver más allá de mis brazos
que las cortinas no dan apertura a nada nuevo
brillantez vestida de tul, a donde conduces esos
caracoles obstinados?, el cielo no se alcanza subiendo por una hoja de papel
la misma de la que come tu rebaño
de la que tu, mi niño, te niegas a comer
su fragancia es tan acogedora
pero tú insistes en quedarte aquí
y silbarle a la muerte
¿porque?´
porque recoges tus piernas y mantienes la mirada fija al vacio
porque al crepitar tus manos no les das abrigo
el ave que esperas no llegara
y tus ojos al ver que no me alejo se irán cerrando lentamente
tus costras no te salvan
pero parece que no quieres ser salvado
tus zapatos no van a seguir nadando en el cemento
y tus ropas no cumplirán la consigna de buscar lo que no has buscado
las ramas de tu árbol decaerán, dejándote desprotegido
pero no te alejas...
al ver qué lloras tinta
y cobran figuras extrañas en el papel
mi niño...
tendré que irme pronto
suelta mis brazos, así poco a poco
cuando veas la cúpula gris
estaré cerca, con mi aliento acariciando tu nuca
tus arrugas me conducirán hasta tus pupilas
y me volverás a ver
habrá llegado el momento
en el que mi niño, dormirás en mi regazo
después de todo, abrirás los ojos
donde todo se verá más claro
donde la luz no confunde
morales indecentes
llegara el día en el que dejemos de ocultarnos
y estaremos al lado de los poetas olvidados

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